POESÍA
¿A quién le importa?
Reviso mis poemas
una y otra vez,
cientos de veces.
Mi corazón quiere escribir.
No puede.
Duele escribir.
El piano frenético
de los Tres waltzes de Chopin
acelera mis pulsaciones.
Hoy no abro el cuaderno,
no quiero herir con recuerdos.
¡¡¡No puedo!!!.
Mis manos lloran
palabras cansadas, inconexas,
mi deseo dice ¡¡¡sigue!!!
el cuerpo grita ¡¡¡basta!!!,
déjalo ya…
Mi yo poético sentencia.
“No insistas, no hay poema”.
Me voy a dormir, intranquilo.
¿Pero eso a quién le importa?
23 marzo 2019

 

Me desvelo,
deben ser casi las seis,
me arranco las costras
de la cabeza,
son los nervios.
Busco algún WhatsApp rezagado,
alguien que escriba poesía.
Nada. Miro el mail,
«4 ofertas nuevas de su selección,
director de arte en prácticas,
300 euros/mes,
agencia multinacional,
imprescindible inglés alto”…
y saber manejar
toda la tecnología
que yo nunca aprenderé…
Nada que hacer, ni inglés, ni alto.
Estoy fuera del mercado
pero eso ¿a quién le importa?
Recuerdo los sueños
que he tenido esta noche.
¿A quién le interesa saber
que hace un rato
estaba en Costa da Morte
hablando con un pescador
que quiere venderme una casa
con vistas al mar?
O que intentaba llegar
al fin de la tierra y no he podido
porque la marea ha subido
anegando la única carretera
que lleva al infinito.
Amanece,
me levanto,
no quiero olvidar
lo que se está escribiendo
esta noche en mi cerebro.
Los que algún día lean esto
dormirán ahora
mientras yo espero
la irrupción del Domingo
acompañado por un pájaro somnoliento.
Miro al cielo, ella está ahí,
tampoco puede dormir,
y no sé cómo expresarlo
pero ya no me siento tan solo.
Tengo un pensamiento agitado.
¿Por qué no dejas de escribir
metafóricamente de la luna?
Lo hacen todos los poetas,
los románticos, los malos…
¿Por qué no escribes algo diferente?
En vez de pensar
que la luna te hace compañía
acepta que estás solo,
que la luna lleva ahí
desde el inicio de la historia,
que no te pertenece,
que no es tu musa
en las noches de insomnio,
que no puedes hacer
que luzca todos los días,
que tu poesía es nada
comparado con su inmensidad.
¿Merece la pena
estar escribiendo
a las 6:02 de la mañana?
Una sonrisa se eleva
de las manos a mi rostro.
Extraña alegría. Me relajo.
Descanso. Hay poema.
 
Madrugada del 23 al 24 de marzo 2019
© Miguel Ángel Blázquez



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