POESÍA
Amor eterno
En la intimidad de las palabras
sobrevive mi silencio.
En la carnalidad de los recuerdos
presiento que aún tengo un cuerpo.
Carver, sus poemas golpean
horas después de leerlos.
El fuego de la vitrocerámica
se enciende en el ritual
de la hoguera eléctrica.
Tiro el resto del café de ayer,
pienso en limpiar a fondo el filtro
para quitar los posos adheridos
a las paredes interiores
y a la junta de goma roja,
pero estoy medio dormido.
Abro el grifo, lleno de agua
el recipiente hasta la válvula,
acciono el pulsador.
Los arcos de la resistencia cerámica
se iluminan como soles diabólicos.
El gorgoteo de lágrimas calientes
se sucede hasta el clímax de cafeína final.
Todos mis pensamientos invadidos
por un olor a tierra quemada.
El primer café del día,
el primer deseo del día,
el primer recuerdo del día,
el primer poema del día.
De nuevo la rutina.
El plato, la tostada, la mantequilla,
la mermelada, la reunión de las doce,
la tarde, y un día y otro… y otro… y otro…
El azúcar, el riesgo de diabetes
siempre escrito en el subconsciente,
la cuchara dando vueltas en la taza
con ese sonido chirriante
de hierro y porcelana.
Muerdo el pan. Naranja amarga,
mañana amarga, vida amarga,
poesía amarga.
Miro por la ventana
y no te encuentro, Amor eterno.
¿Quién es capaz de Amar sin sufrir?
 
6 de abril 2019
© Miguel Ángel Blázquez
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