MOMENTOS
Camino de Santiago a calzón quitao

No te asustes esto no es el diario del amigo pesado que hace el camino y cuenta etapa por etapa sus vivencias. Yo con una he tenido bastante.
Lo de ir a Santiago desde el Monte del Gozo está bien y lo he hecho varias veces. Hacer el camino en bicicleta con veintidós años es lo suyo y también lo he hecho. Pero… salir de Roncesvalles un 24 de noviembre, con unos cuantos años y kilos de más y sin haber preparado nada ni pasar por el gimnasio antes tiene delito. Me temo que es algo para los peregrinos expertos… y yo no lo soy.
La noche anterior me dio un arrebato de esos que le dan a uno cuando lleva años queriendo hacer algo y sabe que ha llegado el momento. ¡¡¡Mañana empiezo el Camino de Santiago!!!! Como si dices «voy a por cervezas al chino»… y al día siguiente estaba camino de Navarra por los valles del Moncayo. Soy hiperactivo no tratado, vamos un niño trasto de los 70 y poeta en prácticas, por lo que prefiero pensar que es mejor empezar el Camino de Santiago, aunque lleve más tiempo, que pasear por el puente de Segovia en una tarde de lluvia con la mirada melancólica perdida en el horizonte de la Casa de Campo.
Pues para allá que me fui tan contento con mis botas del Black Friday, mis pantalones del mercadillo, mi chupa «Fin de temporada» del Decathlon y mis mega gallumbos sin costuras.
– Buenas. Estoy buscando unos calzoncillos para hacer el camino De Santiago, de esos que no tienen costuras ¿sabe?
– Mire aquí tenemos los mejores Slips para todo tipo de actividades deportivas.
– Ya, pero… yo voy a peregrinar y necesito CALZONCILLOS que no me rocen la entrepierna.
– No se preocupe. Aquí tiene lo último en tecnología textil íntima. Los nuevos High Slip Skin Adaption Pro +, diseñados a partir de la experiencia en travesía oceánica de nadadores Lapones a 45º bajo cero y totalmente impermeables.
– Bien… si son geniales pero en Navarra como mucho… mucho… habrá 5 grados bajo cero espero. ¿No va a ser demasiado señora?
– En algo así no se la puede uno jugar caballero.
– Muy bien pues me los llevo. ¿Cuánto cuestan?
– Solo 65 euros…
– ¡¡¡¡Coooñooo!!!!? ¿Unos gallumbos 65 euros?
– Señor no son unos Slips cualquiera, son los High Slip Skin Adaption Pro +, que no le van a rozar nada de nada.
– Bueno… démelos. ¿Pero seguro que no rozan?…
– Se lo garantizo. Mi hijo se ha hecho los catorce “ochomiles” del planeta y ni una sola rojez.
Pues eso, que allá iba yo, camino del norte con todo preparado y mis High Slip Skin Adaption Pro + en la maleta para empezar la aventura.
Ya en Roncesvalles y bien pertrechado empiezo a caminar. Salgo pronto, el día es bueno, unos selfies de rigor para que conste que estoy allí y directo para Santiago.
Primer contratiempo. Las puñeteras botas del Outlet me están destrozando las plantas de los pies y eso que voy por sendas de hojas y piedrecillas. Tienen menos suela que una loncha de mortadela. Si solo fueran las piedras vale pero es que siento hasta los tallos de las hojas. Saco las deportivas, también del outlet, que metí en la mochila “por si acaso” y tiro como puedo sorteando charcos y mierdas de vaca. Menuda escena. Parezco una bailarina del Ballet de San Petersburgo saltando moñigas por los caminos de Navarra.
El problema de mis viajes llega cuando pienso “por si acaso”. Esta vez no son más de dos noches y he traído dos pares de zapatillas, tres pares de botas baratas, dos maletas, ropa para una semana, todo tipo de barritas y bebidas isotónicas y la «Exclusiva Mochila Aventura» de Jesús Calleja, la de 12,90 en la gasolinera de Repsol, que compré de camino en Almazán «por si acaso» y que se le están saltando ya las costuras de las cremalleras nada más empezar la aventura. Menudo tongo. Eso sí, tiene bolsillos por todas partes, salida para el USB y cintas reflectantes para rutas nocturnas pero lo que es la mochila… Me gustaría ver a Calleja subiendo el Everest con ella. Récord de audiencia fijo. Mira Frank de la jungla. Se ha recorrido el mundo con unas alpargatas blancas tipo zueco de plástico y lleva años con la misma bolsa de palas de padel enfrentándose a rinocerontes y serpientes venenosas. A mi, para hacer una etapa del camino más transitado del mundo, en el que no he visto ni un grillo, solo me faltan los porteadores. Debe ser un trastorno que aún no ha detectado mi terapeuta. Sigamos…
Cuando consigo adaptarme a la situación y acepto que voy a llegar de fango hasta las canillas, lo que faltaba… ¡¡¡Me he perdido!!!!. ¡¡Joderrrr pero si el camino lo hacen hasta los japoneses haciendo fotos!!. No puede ser. Esto cada vez está más oscuro y lo que empezó siendo un bosque bucólico e inspirador, en el que estaba a punto de ponerme en modo oración, es ahora un paraje tenebroso que me está dando mucho «yuyu». Por aquí no se ve un peregrino, las flechitas amarillas hace tiempo que han desaparecido y lo único que hago es sortear ramas y zanjas embarrado sin saber dónde voy. ¡¡¡Qué patético!!! Me consuela pensar que aún es pronto y tengo tiempo de llegar a algún sitio en el que pedir auxilio pero el ruido de un arroyo, al fondo de la ladera, indica que tengo que seguir monte abajo, con el culo en carne viva y las piernas magulladas de zarzas y arañazos.
Me detengo con el fin de no dejar que venza el miedo pero estoy acojonado la verdad. En medio de un monte desconocido, desorientado, sin batería, ni brújula, ni linterna, ni nada porque ahora todo va en el móvil… y acordándome de la motivación que marqué con una cruz en la encuesta de la oficina del peregrino. Yo puse “religiosa” pero esto se parece más a un episodio de Perdidos que a un camino de oración. “Señor hazme encontrar el camino» es lo único que me sale rezar. Cuando estás solo puedes distraerte con la imaginación y el silencio facilita la meditación pero cuando estás cagao de miedo, esperando a que aparezca un oso pardo navarro y te arranque la cabeza de un zarpazo, ahí pides con una fe que lo flipas. Después de despeñarme por un barranco, agarrándome a los troncos de la maleza y rezando a todos los santos, escucho el ruido de un motor. ¡¡¡Salvado!!!! No tengo ni puñetera idea de dónde viene el sonido pero algo me dice que he llegado a un lugar civilizado y seguro. Un poco más abajo intuyo el trazado gris de un camino asfaltado y por fin descanso. Me siento a dar gracias y llevado por un extraño instinto de supervivencia intento hacerme otro selfie, como si de una prueba de vida o algo así se tratara. No hay batería. Pasan algunos coches camino de Francia y dos paisanos que vienen caminando me indican cómo retomar la senda señalizada.
– Ososnoperojabalíesaporróntú.
Los paisanos se ríen de mi. No dan crédito.
– ¿Demadridnó? ¿andalaostiaquedicesquebajastepormediolmonte? ¡¡¡Pabertemataochico!!!. Áiterompesalgoynoteencuentranidioscagoendiez. Jesusmaritacuerdaslañopasaoquesedespeñounodebarcelonaylaspasoputaseh…
Con las zapatillas de ballet encharcadas, los calcetines como bolsas de té y con ganas de llegar sigo mi camino hacia Zubiri por la ruta de los peregrinos «normales».
– Buenas. ¿Tienen calcetines gordos? Es que me he calado bajando por el monte y me estoy destrozando los pies.
– Ayjomío ¿comoandasasíporelcamino?
– Pues ya ve, pensaba que con estos iba bien pero…
– Andacogesosdelespositorverásquebientevan.
¡¡¡Qué gusto!!!, la señora y los calcetines. Ataviado y como nuevo sigo adelante pensando en denunciar a la empresa de las botas, pero por 19,90 €, me temo que no va a prosperar la demanda y el juez se va a desternillar de la risa.
En esta época hay muy pocos peregrinos y los cuatro a los que he adelantado, habrán pensado que me he escapado de algún penal o que iba con la motivación: «Running ecológico en defensa del exterminio de la concha gallega». Cada uno tiene sus motivaciones.
El primero, un francés, por el acento del “buen camino” que debe medir dos metros y pesar 120 kilos. Parece un mamut, tambaleando toda su masa corporal con una cadencia perfecta y con una mochila que huele a que le han echado de casa. Puede que haya empezado ahora para llegar en el año santo 2021 porque no me salen las cuentas. Pero también he pensado que yo puedo morirme mañana y él llegar a Santiago y llevarme flores a la tumba. Eso me pasa por ser mal pensado. Le he dado esquinazo en la primera curva y voilà.
Meto tercera subiendo el monte Erro y casi me estampo en un cambio de rasante con una peregrina china o japonesa, no llevo retrovisor pero por la cara me da que era de por allí. “All ok?” le suelto de refilón. Como una tortuga ninja, con unos peluches muy raros colgados del cuello ha hecho ademán de contestarme pero no ha podido la pobre. Estaba exhausta de la subida.
Ya bajando hacia Zubiri adelanto en quinta a una parejita de yankis que parecían recién casados engañados por algún capullo de una agencia de viajes de Masachussets. He sabido que eran de allí porque me los he vuelto a encontrar en la Herriko taberna donde me han sellado la credencial, que para el negocio no hay ideologías, y me han contado sus motivaciones para hacer el camino. Lo que yo digo. Un capullo de una agencia de viajes con un póster en la puerta y una foto de las playas de Canarias que rezaba «Discover Spain through The Santiago Way in november» (que la mayoría de los albergues están cerrados y vais a dejaros una pasta en hoteles). Pero bueno se les veía contentos.
He llegado a Zubiri con las plantas como lijas, sin concha ni bastón pero también contento.
Misa del peregrino y a descansar al hostal.
¡¡¡No puede ser lo que ven mis ojos!!!!. Me he bajado los pantalones y ¡¡¡horror!!!! Empecé la etapa con mis calzoncillos High Slip Skin Adaption Pro + y la he terminado con una especie de tanga del que prefiero no imaginar características técnicas.
Tenía razón la señora. No te van a rozar. ¡¡¡Claro, hace horas que desaparecieron de mis nalgas!!!
Buen camino y recuerda. No ahorres en botas, calcetines ni gallumbos.

P.S.
Esto sucede, con el aliño propio de quien escribe, en una breve porción del tiempo que he peregrinado en esta etapa, pero cuando el tiempo de lo banal termina, como ha llegado a su fin este texto, diría que es una chanza de lo vivido pero sirve como ejemplo de lo que sucede de igual manera caminando hacia Santiago. Lo vacuo dura poco. Al menos en personas con una herida abierta en el corazón y un deseo infinito porque, la belleza de los montes de Navarra o la dureza de la tierra castellana te invade y te abraza como anticipo del silencio que se impone necesariamente al peregrinar y del cual emerge la oración. Soy un hombre apasionado, ya lo he dicho,  pecador, limitado y mezquino, que se ha pasado la vida pensando que tenía el control de su propia existencia y ha descubierto, no con su razón, que no es así. Por eso he querido peregrinar solo, porque no hay escapatoria ni ruido que acalle el grito del corazón, y todo, hasta lo que parece más banal, es motivo de encuentro con Aquél que siempre, hagamos lo que hagamos, pero sin dejar de seguirle, nos espera al final del camino. Un camino de libertad.
Por eso estoy haciendo el Camino de Santiago “a calzón quitao” desnudo, a la intemperie, con toda mi necesidad, mi humanidad y mi deseo expuestos.
Prometo no escribir más capítulos de mi camino, salvo que me pierda otra vez… y sí, el gorro ruso de pelo sintético es del chino. 3,50 €, comprado de camino a Navarra y he sudado como un pollo.
Ultreia e Suseia

25 noviembre 2018
© Miguel Ángel Blázquez
Back to Top