MOMENTOS
El puto móvil
El vuelo ha partido puntual. Ryanair, todo ok.
Los apretones al entrar, el show de las azafatas y los azafatos, la procesión de carros de fast food, todo en su sitio. Las turbulencias, la calva del tipo del asiento de delante… lo que tiene un vuelo de Roma a Madrid un miércoles por la noche, un vuelo cualquiera.
Un muchacho se levanta, nada extraño. Su mirada agitada precede a movimientos nerviosos que contagia a la chica de al lado, parece ser la novia. Se agachan en el pasillo, están buscando algo. Husmean bajo sus asientos y siguen con una actitud que contagia a los demás su preocupación en aumento.
Alrededor los pasajeros empiezan también a solidarizarse con la situación. No sabemos qué pasa pero parece serio. Ella, la joven, empieza a llorar y evoluciona hacia un estado que roza la angustia. Tiene el rostro desencajado. Los pasajeros más cercanos al epicentro del caso se levantan de sus asientos y sin saber qué buscan, se suman a la operación.
Observo la escena a unas filas de distancia. Las turbulencias agitan aún más el evento y la psicosis se desata. Mi cabeza también: ¿Será un anillo de compromiso que le ha regalado el mozo metiéndose en la Fontana de Trevi?
Ella en un llanto, el chaval desencajado arrastrándose por el pasillo del avión, los demás intentan calmarles mientras el comandante ordena sentarse a todo quisqui con un acento severo. El zagal con cara de matón y desdentado se encara con la azafata que le pide por enésima vez que se siente.
⁃ Me suda la polla lo que me digas. Estoy buscando el móvil de mi piba.
La pobre azafata se queda muda, paralizada, se da la vuelta y va a refugiarse de la bestia en el office de cola.
Mondiéz. ¡Han estado a punto de ordenar un aterrizaje forzoso por un puto móvil!
El aparato sigue sin aparecer. Otra vez mi cabeza “Viniendo de Roma lo normal es que se lo hayan birlado antes de entrar en el avión”… pero la muchacha asegura entre sollozos que es imposible.
⁃ Pero máaamaa si le he mandao un wasa a la Toñi diciéndole que ya estábamos montás en el avión.
Las miradas se traducen en sospechas. ¿Será el señor que estaba sentado al lado y que se ha ido al baño? ¿Será alguien que está cooperando en la búsqueda y espera a que pase el temporal?.
La cría está descompuesta, ha desistido. El tío sigue retando a la tripulación sin sentarse y el sobrecargo le hace una señal desde la zona de cabina que viene a decir. ¡Siéntate coño!
La luz de cinturones se apaga y todos se levantan en busca del puñetero móvil. El mediodelincuente arranca de cuajo la base del sillón de sky azul Ryanair y repta entre las piernas de los viajeros. Lo dan por perdido. Yo le rezo a San Antonio y al rato. Ecco!!!! Aparece el puto móvil!!!!
Una sensación de sosiego invade la zona trasera del avión, no hay aplausos. La chica entra en shock y el padre que va en el asiento de atrás le mete un grito que nos deja secos a todos.
⁃ ¿Que no te grite? ¡Te voy a meter un guantazo que te vas a enterar que soy tu padre!.
Jooooodeeerrrrr. Este no sabe lo que acaba de hacer. Si le pilla un vuelo de feministas volviendo del 8M lo hacen trizas. Qué animal.
Suena rancio, chusco, barriobajero eso de “te voy a meter un guantazo… suena violento.
Y todo por un puto móvil. Claro no es un móvil cualquiera. El azafato Manuel González responde a los curiosos. ¡¡Es que es un Iphone de 900 euros!!. La chavala está hiperventilando con una bolsa del Lidl. Casi se queda en el sitio. Así somos los españoles. No doy crédito a lo que he visto.
El padre vuelve a ladrar ¡Agua! ¡Agua! y una vocecilla apuntilla… sin gas.
Ladies and gentlemen estamos llegando a Madrid. Esperamos que hayan disfrutado del vuelo y bla, bla, bla…
Yo me lo he pasado pipa. Se me ha pasado volando. Esto es de coña. Tengo que escribirlo.

15 marzo 2018

© Miguel Ángel Blázquez
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