REFLEXIONES
Me voy Sr. Linkedin
Estaba a punto de “clickar” en el textito que dice “Cerrar tu cuenta” cuando de repente, por estas cosas que pasan de vez en cuando por mi cabeza, he pensado ¡Espera! Al menos saca algo positivo de esta especie de destierro que vivirás si abandonas los dominios del Sr. Linkedin.
Muchos son los que me relataron en su día las maravillas de esta red social, otros los que han encontrado trabajo en esta especie de ETT para gente con muchas cosas que contar, y los más, han dado al botoncito de “Aceptar invitación” y voilà, ahí están, formando parte de mi selecta red de contactos, 241 fotos de carnet con un montón de texto que hacen posible que por arte de magia yo pueda conocer o ser conocido por otros 6.030.743 de profesionales en mi red. ¡Menuda red!
He intentado salir del grupo varias veces pero unas por miedo a perder el perfil que en su momento me llevó más de dos horas crear y otras por no borrar de un “clickazo” los 241 contactos que tantos envíos de invitación me han costado conseguir, al final, aquí sigo, conectado con casi trescientos señores y señoras, muchos de ellos amigos, de los que hacía tiempo que no sabía nada, ni que trabajaban en cosas de lo más raras con cargos de lo más curiosos o que se habían ido al extranjero incluso. CEO, Key Account, en busca activa de empleo (curiosa forma de decir parado), MBA, Senior Project Manager, Chief Restructuring Assistant, Marketing Online Developer… y así cientos de acrónimos y siglas extrañas para separar ordenadamente a los integrantes del grupo.
No quiero pensar cómo se sentirá un imaginario Carlos cualquiera viendo el número de contactos que tiene su amigo Borja, el compañero de COU (Curso de orientación Universitaria en mi época) que hoy es Chief Cojonud Manager en GEOW&Co (Global Enterprises Over the World y Compañía). Inevitablemente se derrumbará psicológicamente. ¡Joder, no es para menos!
Hace tiempo los parámetros de la plataforma eran más delicados con este tema y la mágica cifra de tus contactos estaba limitada a 500. Cuando eras del selecto grupo de los superhombres del Sr. Linkedin y contabas con más de medio millar de contactos te ponían la coletilla “más” (500+) para que se supiera que eras del núcleo duro del clan.
Pero ahora se han desmelenado y ya se ven perfiles con (3300+), (1000+) (890+). Es horrible. ¿Pero cómo se pueden tener más de 3.300 contactos? ¿Conocerán a todos? Estos tipos tienen que ser máquinas programadas para contactar a todas horas. No pueden ser humanos. ¿Cómo serán sus conversaciones?.
Hola, click, ¿qué tal? Click, click, click,
¿Nos vemos? Click, Acepto, valoro tu aptitud, mensaje, acepto tu invitación, click…
Yo sigo mirando el numerito de la derecha en la pantalla de mi perfil con sólo 241 contactos y me deprimo de nuevo. Los hombres somos así de simples. Tendemos a compararnos con lo que tiene el de al lado. No sé ya ni quiénes son, ni qué hacemos aquí metidos, ni si son ya mis amigos pero si desaparezco, ¿a dónde iré? ¿Qué será de mí fuera del mundo profesional? Vendrán días oscuros, soledad, frío y anonimato.
¿A qué puerta podré llamar si cierro mi cuenta? Todos dirán “Ha cerrado su perfil” “Ha dejado el grupo”, “Ya volverá cuando tenga hambre” “No tiene nada que hacer, nos ha rechazado” y así será mi destierro laboral, sólo podré relacionarme con personas reales fuera de la red. Vagaré por las calles hasta encontrar un ser humano al que le haya pasado lo mismo o si Dios quiere encontraré algún bar abierto para tomarme un vino con un camarero que aún no pertenezca a la red.
Camareros la verdad he visto pocos en Linkedin, ¡Claro, es una red profesional! Y un camarero, un carnicero, un frutero, un fontanero, un lo que queráis, siempre que sea alguien que sirve a los seres superiores de Linkedin, ese no se suele ver por aquí. Es como si la mayoría de la masa social de este país, vamos, los curritos no fueran profesionales. “Haberlos haylos” como decía un humorista pero poquitos.
Pues señores ejecutivos, abogados de mega bufetes, General Director´s de grandes compañías, Managers, Ceos, Chiefs, Seniors, Juniors, Key Accounts, Consultores, Inversores y demás casta del caballero don dinero, sepan que hay vida fuera de Linkedin pero ustedes no la conocen, sólo la usan, la explotan y la pagan.
Sí, sí, no se enfade hombre. Le pongo un ejemplo: Hace seis horas, a las cuatro de la madrugada de hoy que ya son las 10 de la mañana y acaba de sentarse usted en el sillón de su oficina del distrito financiero, en el extrarradio de la ciudad, Antonio Cabrejas Morales se ha levantado de la cama, le ha dado un beso a Paqui, su mujer, sin hacer ruido para no despertarla porque llegó anoche tarde de limpiar las oficinas de su empresa por 400 euros mensuales y se ha ido en la furgoneta a por el pescado que venden en la pescadería “Los Frescos” que le sirve el género al restaurante “La Dorada Plateada” en el que se va a comer usted hoy, como todos los jueves, una merluza menier con reducción de pan de oro y aceite de caviar sobredimensionado, pagada por su empresa y elaborada por un cocinero con tres estrellas Michelin.
Así es la vida. Su despertador, el grifo de su baño, la gasolina que le pone su chófer al coche, el periódico que está leyendo, el café y los croissants que le acaba de traer su secretaria, los zapatos, los bajos de sus pantalones, sus calzoncillos, la tablet, el iphone en el que le acaba de llegar la invitación nº 856 de Linkedin, la chacha que ha llevado a sus hijos al colegio y que en estos momentos está recogiendo sus calcetines sucios de debajo de su cama o la dependienta de la tienda de la calle Serrano en la que su mujer está comprando en este preciso momento un bolso hecho en Tailandia, todos ellos, personas corrientes al fin y al cabo, que hacen posible que su vida sea como es, no suelen estar en Linkedin. Muchos ni saben lo que es pero hacen su trabajo con la mayor profesionalidad posible y gracias a ellos esta sociedad sigue siendo humana y “vive en paz”.
Quizá le parezca un discurso ideológico pero piense por un momento en estas cosas y verá que Linkedin no es más que el reflejo virtual de una estructura social deshumanizada y entregada al dios del trabajo y del dinero.
Quiero irme de Linkedin. ¿Puedo o tengo que pedir permiso al sistema? Acepto el reto y soy consciente de que esta decisión provocará no pocos rumores. Lo verdaderamente grave de todo esto es que si algún día necesito buscar un trabajo y no vuelvo a pasar bajo el dintel de la IP de Linkedin, seré automáticamente descartado por cualquier director de recursos humanos o para realizar cualquier empeño de los llamados «profesionales» según el criterio de la gran red.
De todas formas con 44 años, “cargas” familiares, poco activo en redes sociales y en un sector en el que eres senior con 30 y “jubilauta” con 40 parece poco realista empeñarse en encontrar un trabajo. Al menos eso me permitirá escribir.
Estoy algo nervioso, no es cualquier cosa dejar de existir para más de 300 millones de Linkedianos que ni siquiera saben que existo. ¿Seré el Linkediano 1.354.645 o el 2.896.678? Linkedin está a punto de perder uno de sus más 300 millones de adeptos y no pasará nada ¿o sí?
Claro que pasará, claro que habrá quien me diga que he hecho mal, que si no estoy en la red no encontraré un trabajo, que es bueno para promocionarme, etc, etc, pero amigos, mis queridos 241 contactos de Linkedin, yo me las piro. Si necesitáis algo sabéis perfectamente dónde encontrarme y si necesito algo de vosotros ya me ocuparé de buscaros. De los 2.999.73… y pico miembros restantes no hace falta que me despida porque me temo que no me conocen.
– Jesús, ponme un Ribera y una ración de jamón que vamos a celebrarlo.
– ¿A celebrar qué?
– Da igual, tú ponte otra copa que hoy invito yo.
– ¿Oye, Jesús, tú sabes qué es linkedin?
– ¿Linquequé?
– Nada, cosas mías. ¡Por nosotros!

21 enero 2014
© Miguel Ángel Blázquez
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