MOMENTOS
Si estuvieras aquí
Sole, troppo sole e caldo a mettà febbraio. Sento un piacere indescrivibile di essere qui scrivendo. È la prima volta che sono alla città alta di Bergamo ma in realtà è la prima volta che sono a Bergamo. Devo dire che è bellissimo. Per raccontare quello che voglio devo per forza ritornare alla mia lingua.
Si estuvieras aquí sentirías cómo el sol te abrasa la cara y verías a los camareros ir y venir con el Martini, el Spritz, el antipasto y con su estilo. Siempre lo he dicho, los camareros italianos son los caballeros del café. 
Si estuvieras aquí sentirías el calor en las mejillas y un regusto de parmiggiano en el paladar mezclado con el aroma de un caffé machiatto recién hecho. Si estuvieras aquí verías a la gente paseando sin prisa y escucharías al camarero del bar de al lado un “buon giorno signore” con ese timbre que engatusa y verías a la señora de enfrente que es vieja, bastante vieja, tostándose al sol y a los guiris en la mesa de al lado esperando el sablazo.
Insisto en que si estuvieras aquí también sentirías el traqueteo de un trolley que cruza la Piazza llevado por una chica enamorada y alzarías la mirada y te verías en medio de una arquitectura con más de 600 años y también te fijarías en cómo tiembla la espuma del café mientras escribo y sonreirías a la vieja de antes que se ha levantado y te saluda con una cara preciosa, una cara de paz. Cogerías un sobre de azúcar y lo abrirías y verterías el azúcar mientras escuchas “mozzarela va bene” y escucharías el rasgado del sobre antes de derramar el polvo blanco en la espuma que está rodeada de una aureola tostada y verías cómo crea una montañita que en un segundo se sumerge como cuando se hunde un barco dejando un vacío inquietante.
Si estuvieras aquí cogerías la cucharilla y mirando a tu alrededor mientras unos rusos dicen cosas que no entiendes harías una de esas panorámicas como las del iPhone y verías un callejón sombrío y a los rusos en primer plano mientras remueves el café con la mano izquierda y escribes con la derecha y te darías cuenta de que aún te queda media copa de cerveza y sin ganas te la beberías para no matar el sabor del café que sigue temblando en la mesa. Si estuvieras aquí completarías esa mirada de 360° y pasarías por un edificio neoclásico para encontrarte con una torre de piedra al final de una calle y escucharías el ruido de un coche que tendrá permiso para circular por el centro de Bérgamo y te fijarías en un italiano con esos andares que tienen que parecen escocidos y con esas gafas de marca tan elegantes y seguirías mirando hasta deslumbrarte por un sol ardiente qua se va escondiendo poco a poco tras el Palazzo della Raggione.
Si estuvieras aquí los tacones de una mujer que acaba de pasar te habrían despistado y a pocos metros verías la escena de una joven bebiendo en una copa limpísima y olerías el aroma de una pizza que se pasea por la plaza y levantarías la cabeza y sonreirías y pensarías que no quieres que el sol se oculte pero también caerías en la cuenta de que aún no has visto nada de Bérgamo alta y que a las 19:30 horas tienes que estar en Milano Centrale y te empezarías a agobiar y de repente todo empieza a moverse más deprisa y coges el café que está en ese punto que ni se ha enfriado ni sigue caliente y ves que el camarero te mira y piensa “se le ha enfriado el café” y te lo acabas de un trago y empiezas a respirar con más agitación y dejas de prestar atención a lo que te rodea y coges el móvil para mirar la hora y ves que son las 13:56 y pides “il conto” y te lo traen y das las gracias y pagas y te levantas y te vas paseando por el callejón oscuro de la izquierda y de no ser porque has estado aquí te olvidarías de este tiempo de silencio y paz que tuviste en la piazza Vecchia de Bérgamo alta un 14 de febrero de 2019.
– arrivederci signore.
– arrivederci grazie.
El camarero me ha visto escribiendo y ha esperado “che arrivasse il punto” para servirme un plato típico de aquí. Casoncelli alla bergamasca.  

14 febrero 2019
© Miguel Ángel Blázquez
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